jueves, 5 de noviembre de 2009

Cuestionamiento ético al Consejo Superior de la Universidad Nacional de Salta

UNSa. y minera: “¡la bolsa, o la vida!”
Por Carlos María Pagano Fernández (*)
“Por la plata baila el mono…”

Finalmente, la Universidad Nacional de Salta (UNSa.) se jugó por la bolsa, contra la vida.

El 29 de octubre pasado, en sesión del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Salta, de triste memoria, se resolvió por mayoría de votos de sus consejeros, la aceptación de los fondos provenientes de la contaminación y la muerte, o simplemente “fondos de muerte” como los llamó en la misma UNSa su propio Doctor Honoris Causa, el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.

Cuando una universidad ignora a su Facultad de Humanidades que, por unanimidad y con fundadas razones, rechazó esos fondos en agosto pasado, y su Consejo Superior, sobre ese antecedente, no dice en el debate ni una sola palabra, sí, como se lee: ¡ni una sola palabra! ni siquiera por parte de la Consejera de Humanidades, la Vicedecana de la Facultad; cuando esa ignorancia es signo de la más retrógrada escisión entre “ciencia” y ética, y entre las ciencias en general, como lo advirtiera Ortega y Gaset al hablar de la “barbarie del especialista”; cuando se ignora en el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Salta, como en esa sesión, las razones de peso expuestas una y otra vez por quien la misma Universidad convirtió en su Doctor Honoris Causa, ya nombrado; cuando en esa sesión se ignoran todos los amplísimos argumentos dados a conocer a la misma universidad, sea por mención directa, sea por referencias a los mismos, en base a los cuales 19 facultades y unidades regionales de universidades nacionales ya han sentado serios precedentes de rechazo de los mismos; cuando también en esa sesión señoras y señores consejeros muestran ignorar las razones por las cuales una universidad nacional, la de Río Cuarto, ha rechazado los fondos, y no se menta ni una palabra de ese antecedente, ni siquiera para desautorizarlo; cuando se ignoran publicaciones científicas, de las ciencias humanas, del periodismo, etc. que dan sobrada cuenta de la relación aceptación de fondos con aceptación de las prácticas violatorias de derechos humanos, violatoria de “derechos de la naturaleza” (Constitución de la República del Ecuador, cap. 7º, arts. 71 al 74); cuando los consejeros ignoran por completo el significado ético de las acciones humanas, entre las cuales está aceptar ese tipo concreto y específico de prácticas, pese a la documentación obrante en el expediente y expuesta sintética y diáfanamente en la misma sesión; cuando los consejeros ignoran olímpicamente la palabra estudiantil, la palabra del pueblo, la “sabiduría que viene de esta tierra”, como proclama el mismo escudo de esa Casa de Estudios; cuando se cae en vulgaridades y especulaciones amañadas para justificar la bolsa contra la vida; cuando se prefiere, como dijo algún político, crear una comisión para que no pase nada, como se resolvió y se acentuó en la sesión con insolvente solemnidad siguiendo las recomendaciones de la “hacendosa” Comisión de Hacienda y otra comisión “ad hoc” en danza; cuando consejeros se ponen sayos que bien les caen, rechazando lo imposible; cuando todo eso ocurre por la vulgar bolsa, por unos cuantos mendrugos que, a sabiendas, les tiran los buitres del planeta para conseguir aval académico a la “licencia social” o aceptación sumisa por parte de la sociedad de todo el desastre mega-depredatorio de empresas mineras, a las cuales les “importa un comino” la salud, el ambiente, las poblaciones afectadas por una parte y, por otra, se mofan y hasta prohijan las comidillas y contubernios rastreros de los políticos que les permiten “hacerse la fiesta” de los miles de millones a costa de nuestro país y de nuestro continente entero; cuando todo eso ocurre en la más alta decisión de “alta escuela”, entonces uno comprende por qué el país está como está; uno comprende por qué en ese “meristema de crecimiento” de la clase dirigente argentina que es la universidad, de donde salen los conductores políticos, se “cuecen las habas” de la corrupción destructora de la nacionalidad, disociadora del servicio público, capaz de enterrar la independencia académica con la tierra embarrada de cianuro y otros contaminantes, restos míseros de las toneladas de oro, de plata y de una cantidad nunca declarada ni controlada de diversos minerales que hacen el amasijo del botín desembozado de los así llamados “inversores”, para un mítico progreso que no nos llegará nunca, sino sólo en alícuotas con que se compran científicos sin el menor palenque moral, tantas veces convertidos en pordioseros para sus investigaciones, y dineros con que se comisionan los lujos miserables de la trama dictatorial de magnates democráticos –contradicción que se ufana en persistir mediante reciclajes de la más creativa astucia, pues si hay algo que niega la democracia es el lujo, señorones de la ostentación y de las solapadas tiranías–todos o casi todos “formados” en universidades-, que pagan o promueven a otros científicos en carguitos ejecutivos o legislativos a su servicio, para promover el pillaje minero, porque proclaman “primero hay que producir y después cuidar el ambiente” y que si no se quiere la plata de la minera, que se la reciba y se las dé a los chicos pobres o de los hospitales, cinismo inconcebible en cualquier mínimo sapiencial discernimiento. Estas consejeras y consejeros muestran ignorar el Manifiesto de Potsdam 2005, en donde 131 científicos de más de 25 países y de las más diversas disciplinas reasumen el lema del Manifiesto de Potsdam 1955, a diez años de las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima, lanzadas por EEUU, y de lo cual se les ilustró en la misma sesión, como se documenta en el expediente. En 1955 claman nada menos que Bertrand Russel y Albert Einstein que “nosotros debemos aprender a pensar de una nueva manera” y, en 2005, aquellos 131 científicos del mundo incluyen en la integralidad de los saberes el diálogo con la pluralidad cultural de todos los pueblos originarios y sus sabidurías y con las diversas religiones, ante la catástrofe en ciernes sobre la humanidad a causa de las estrategias de poder productivo y mercantil de los países hegemónicos mediante todo tipo de acoso al resto del mundo, al cual sólo les interesa “chuparles la sangre” de los mal llamados “recursos naturales” y peor llamados “recursos humanos”, trabajadores, sean profesionales o no, y cuya esclavitud confortable –también contaminante de la propia salud- ponderan como bendiciones divinas de un paraíso inexistente y un futuro desértico.

La UNSa puede y debería -mejor temprano que tarde- rever su posición en pro de la vida, aunque le duela la bolsa.


(*) Carlos María Pagano Fernández es Profesor y Licenciado en Filosofía por la UNSa. (1978 y 1982 respectivamente) y Doctor en Filosofía por la Rheinsch-Westfälische Technische Hochschule Aachen (Aquisgrán), Alemania (1999). Está a cargo de las cátedras de Ética y Filosofía de la Religión en la Universidad Católica de Salta, e Introducción a la Filosofía en el Profesorado de Ciencias Políticas de la Escuela Normal (Salta). En la sesión del Consejo Superior de la UNSa. del 29 de octubre del 2009 devolvió sus dos diplomas a esa Casa de Estudios hasta tanto se rechacen esos fondos. Es miembro del Consejo Provincial por el Cuidado del Agua – Salta- y de la Junta Promotora del Agua, Salta. Sobre este punto publicó La UNSa y el macabro dinero de la minera multinacional, entre otros múltiples sitios, en: http://argentina.indymedia.org/news/2009/09/692198.php, Pérez Esquivel y la UNSa. El dinero de la minera procesada por delitos federales, en: http://argentina.indymedia.org/news/2009/09/693405.php y La UNSa., ¿“hace plata” con la contaminación y la muerte? 10 tesis para el discernimiento ético, entre otros múltiples sitios, en http://noticias.iruya.com/content/view/27238/417/

1 comentario:

Guille dijo...

Estaría buenísimo ver el archivo en el sidebar, para poder ir a entradas antiguas sin mayores complicaciones.