Son las declaraciones que el gobernador Eduardo Brizuela del Moral brindó en un contacto telefónico que mantuvo con Radio 10 de Buenos Aires, donde aseguró que la producción minera "tiene más de un siglo" y que ese sector le permitió a la provincia aportar 300 millones a las universidades. Indudablemente el primer mandatario cuando dialoga con la prensa nacional, no tiene en cuenta los altos índices de pobreza y marginación que se registran año tras año, y la contaminación a la que los catamarqueños están expuestos por la minería.De acuerdo a las declaraciones de Brizuela del Moral, “por la minería Catamarca tiene una situación económica que nos ha permitido llevar adelante importantes obras, tenemos una empresa internacional que es socia, y la provincia obtiene beneficios”. No aclaró que la provincia recibió por la entrega de la Alumbrera menos del 1% del valor real del yacimiento.
Sus palabras, además, se contraponen a los elevados números que Catamarca ostenta en materia de pobreza, que en el primer semestre de 2009 llegó al 24,3 % de la población, según el INDEC, y para el IADER (Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales); esta cifra sería mayor y la provincia estaría alcanzando el 37,6% de pobreza en sus habitantes.
En este sentido, sólo basta ver algunos de los casos que día a día reflejamos en este medio periodístico, en donde la desolación, la desidia y la miseria se manifiestan crudamente en los reclamos de los vecinos, que en la búsqueda de cualquier tipo de ayuda, acuden a las cámaras de televisión en un último y desesperado intento de ser escuchados por alguien cuando todas las puertas se han cerrado.
Cabe destacar además que, tal como Catamarca es Noticia difundiera oportunamente, los datos relacionados a la minería no son tan beneficiosos para los catamarqueños como el gobernador lo quiere hacer ver a la prensa porteña, si consideramos que la incidencia de cáncer en Andalgalá trepó al 800 % por la contaminación minera, y recursos limitados como el agua son dilapidados descuidadamente por las empresas mineras, que contaminan todo a su paso y generan la destrucción del paisaje, flora y fauna a su paso.
En definitiva, una vez más somos testigos de cómo son ignoradas las necesidades más urgentes de los que menos tienen y más imposibilitados están para defenderse. Imposible no experimentar una sensación de irritación y tristeza al escuchar de la boca de quien está a cargo de los destinos y las decisiones más importantes de los catamarqueños, palabras que suenan a fábula y tratan de aparentar una realidad inexistente.
Aunque lo que más desearíamos es que esta realidad sea un hecho, sin dudas que la gente que pide desesperadamente ayuda ante una cámara como última salida, y quienes padecen de cáncer como consecuencia de un negocio millonario que sólo benefició a unos pocos, no lo ven de esta manera. E indudablemente los ojos que elijen ver sólo una parte de la realidad, ignorando totalmente la otra, sufren de una ceguera aparentemente irreversible.
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