martes, 15 de septiembre de 2009

PENSAR la universidad
Los valores humanos y el valor del dinero

Si la Universidad Nacional de Córdoba decide recibir los fondos de minera La Alumbrera, quedará la duda de si podrá seguir dando cuentas a la sociedad cordobesa de ser una institución moralmente proba, seria e incorruptible.

Por Fernando Barri.
Docente e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, UNC

Diario La Voz del Interior, Córdoba, 15 de septiembre de 2009.

En estos días, la Universidad Nacional de Córdoba se apresta, al igual que lo ha hecho hace pocos días la Universidad de Buenos Aires (UBA), a debatir la aceptación o no de los fondos provenientes de la empresa minera La Alumbrera. En el caso de la UBA, su Consejo Superior aprobó recibir los fondos correspondientes a pesar del amplio rechazo que la decisión tiene entre sus claustros. El argumento principal esgrimido fue que ello es legítimo porque los fondos provienen de una ley nacional (14.771), que fue impulsada por Abel Peirano, docente e investigador de la Universidad de Tucumán, creando en 1958 Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (Ymad).

No pretendo abordar aquí los aspectos de tipo ambiental, social o económico que están incluidos en el debate por la aceptación o no de esos fondos, ni explayarme en consideraciones técnico-jurídicas involucradas en el análisis del tema (de los que ya se ha hablado mucho, y donde cada quien tiene posición tomada). Lo que quiero señalar es el fuerte sentido ético, en una sociedad que ve devaluados sus valores humanos a causa del “dios del dinero”, que tendría la decisión de rechazar dichos fondos.

Es cierto que la aceptación de los fondos de La Alumbrera es legítima, pues ello está contemplado por ley. También es cierto que las universidades nacionales no están condicionadas por el uso que quieran hacer de esos recursos. Y es válida la defensa de la actividad minera en términos generales, de cuyos recursos nos proveemos. Pero cabe la pregunta, que pocos se han hecho teniendo en cuenta los elementos que he de mencionar a continuación, si aceptar estos fondos es o no ético.

“Para beneficio del pueblo”. Como bien señala en informe elaborado por Alicia Morales Lamberti (miembro del Instituto Superior de Estudios Ambientales), Peirano impulsó la ley 14.771 con el espíritu de que los fondos provenientes de la empresa Ymad “fueran explotados para el total beneficio del pueblo argentino”, remarcando que “quien ose entregarlo a grupos reducidos tendrá que dar cuenta al pueblo entero de nuestro país”.

Lamentablemente, los posteriores gobiernos de facto que sufrió nuestro país, y fundamentalmente la dictadura militar instaurada en 1976, tergiversaron el espíritu de la ley, modificando los artículos centrales y otorgando el beneficio de la explotación de Ymad a grupos de inversión privados. Cabe preguntarse en este caso si, aunque la ley 14.771 esté en vigencia: ¿no es antiético recibir estos fondos cuando no sólo no responden a los valores que sostenía Peirano, sino que además quienes los tergiversaron no han rendido cuentas a nuestro pueblo? (ni siquiera han rendido cuentas por los crímenes de lesa humanidad que han cometido).

Otro elemento a tener en cuenta es que, al contrario de lo que hubiera imaginado Peirano, no sólo los beneficios que la explotación de Ymad no han sido para todo el pueblo argentino, sino que los perjuicios que está trajo, bajo la modalidad de explotación minera a cielo abierto, se incrementaron.

La contaminación producida por la megaminería de La Alumbrera ha afectado a los habitantes de la región aledaña al emprendimiento minero (y en un futuro cercano a toda la cuenca del río Dulce que termina en nuestra Mar Chiquita), razón por la cual directivos de la empresa están procesados penalmente por la Justicia Federal. Cabe aquí la segunda pregunta que los miembros del Consejo Superior de la UNC deberían realizarse: ¿es ético recibir fondos de una empresa procesada por atentar contra la salud y el ambiente de la población?

El espíritu de la Reforma de 1918

Como vemos, el verdadero debate que deberían darse en el seno de la Universidad Nacional de Córdoba no es de tipo técnico-jurídico sobre aspectos ambientales, sociales o económicos; ni siquiera debería ser el del uso que se haga de dichos fondos. El debate que la comunidad de la UNC debe realizar, si quiere honrar su historia y sus valores, es, como señala Morales Lamberti, sobre si no existe una incompatibilidad ética e institucional para aceptar dichos fondos.

La Reforma de 1918 no sólo significó un cambio profundo en la política y estructura de las universidades públicas, sino que las dotó, sobre todo, de unos valores morales que han sido por mucho tiempo inquebrantables, que nos enorgullecen a quienes formamos parte de ella, y que han servido de faro para nuestra sociedad.

En tiempos donde los valores morales se degradan día a día, donde vale más el dinero que la vida de las personas, donde todo se justifica si hay “fondos” de por medio, me pregunto: ¿por qué no podría la UNC, a costa de rechazar esos fondos, dar una nueva señal de que no todo lo importante es el dinero, que existen otros valores por defender?

En tiempos donde solidaridad, igualdad, libertad de criterio, conciencia y compromiso social pasan a ser sólo palabras de diccionario, nuestra querida UNC puede todavía marcar la diferencia y señalar dónde se encuentra la delgada línea que separa lo ético de lo no ético. Caso contrario, si decide recibir los fondos de minera La Alumbrera, quedará la duda si podrá la UNC seguir dando cuentas a la sociedad cordobesa de ser una institución moralmente proba, seria e incorruptible (aunque la postura de aceptar esos fondos se basa en la “legalidad” que los enmarca, hay que recordar que la misma está sustentada en el sufrimiento de miles de compatriotas).

¿Podrán quienes voten a favor de recibir ese dinero decir que honran los valores ganados en la Reforma del 18?, aquellos valores que supieron defender durante tanto tiempo y con tanto sacrificio Peirano y miles de docentes, no docentes y estudiantes de nuestra querida Universidad.

La decisión que tome el Consejo Superior nos dirá, nada más ni nada menos, si la UNC sigue siendo la institución que sabe marcar la diferencia entre lo ético y lo no ético aun en tiempos de crisis, o habrá entrado también en la decadencia de los valores humanos ganados por el valor del dinero.

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